jueves, octubre 26, 2017

Segundo día

Hoy es el segundo día y esto de mantener el blog no pinta bien. Nunca he sido un hombre disciplinado, me cuesta mucho trabajo llevar a cabo todos los días la misma actividad, más aún a la misma hora. Imponerme esa clase de demandas me provoca una cierta ansiedad que pocas cosas alcanzan a mitigar. Me parece, además, que la dinámica propia de mi vida me exige romper secuencias y esquemas, para ajustar mis objetivos y metas a las necesidades cotidianas, lo que es también una fuente de ansiedad.

Se me da muy bien ir de un extremo a otro, a veces trabajar hasta desfallecer (literalmente, en alguna ocasión terminé alucinando que flotaba hacia mi cama mientras seguía tecleando en la computadora) y a veces huir desesperadamente de cualquier responsabilidad o esfuerzo (pregúntenle a mi asesor de tesis); pero nunca un esfuerzo sostenido que de buenos resultados a mediano o largo plazo.

No estoy seguro de a qué se deba esto, asumo que tiene algo que ver con la desconfianza que me provoca la quietud aparente de un cerebro domeñado; me siento más a gusto entre locos que de tiempo en tiempo deciden que vale la pena salir a oler las flores, o a ver pasear un gato, o a sentir la lluvia, o a escuchar las pláticas de la gente.

El punto es que no tengo hoy nada preparado para escribir. Ningún tema interesante o reflexión profunda, ni siquiera un comentario ingenioso: estoy seco. Me disculpo, pues, persona del otro lado de la pantalla, por la falta de seriedad que trasluce en este segundo día de blogueo.

Prometo enmendarme.

Chetumal, Quintana Roo. 26/10/2017

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